Prohibido morirse en Disneyland

Walt Disney tendido en una cama de un hospital, solo, a media luz. Mientras, suenan los ritmos inquietantes y repetitivos de Philip Glass. Una lechuza, símbolo de la muerte, se acerca y saca al ídolo de masas del sueño americano, del famoso ‘American Dream’. Ese es el prólogo y una de las ideas que se repiten durante toda la ópera ‘El americano perfecto’, compuesta por Philip Glass y basada en la novela de Peter Stephan Jungk de nombre homónimo.

The Perfect American

El Teatro Real presenta su última producción, un estreno mundial de repercusión no menos internacional: un as que su director artístico, Gerard Mortier, se ha sacado de la manga dando un giro de 180º a la situación del Real, tras una temporada pasada horribilis a causa de las cuentas y los recortes de la institución.

Un Walt Disney enfermo quiere visitar Marceline, el humilde pueblo donde él y su hermano Roy pasaron parte de su infancia. Folklore, paz, ríos con patos a los que solían imitar de pequeños cual Donald (“cuac, cuac”, se encarga de recordar el coro), tartas de manzana, palomitas y tiendas de golosinas.

Sí, todo muy made in America, muy perfecto, muy Disney. Allí hará su aparición Dantine, mucho más que un antiguo ilustrador de la compañía. Dantine simboliza al trabajador hormiguita, ese que con su lápiz ha dibujado las orejas de Mickey Mouse, el cuerpecito de Bambi o el traje de Blancanieves. ¿Quién es el verdadero creador entonces? ¿Cuántos dibujos han salido de las manos de Walt Disney?

‘El americano perfecto’ ofrece un recorrido por diferentes momentos de los últimos meses de vida de uno de los hombres más aclamados del siglo XX. El cáncer, el miedo, la soledad, el ego, el legado, los últimos momentos felices… Todo queda plasmado con ayuda de la música de Glass, quien combina de forma súbita pasajes tristes (sin caer en ningún momento en la tristeza profunda) con pasajes más divertidos, airosos y rítmicos.

Todos profundamente melódicos y narrativos, y minimalistas (aunque a él, al compositor, no le guste demasiado llamarlos así). Glass escribe incluso un ‘Cumpleaños feliz’ para celebrar el 65 aniversario de Walt, una melodía muy emotiva y de carácter ceremonial.

El escenario del Teatro Real, donde se desarrolla la acción, deja con la boca abierta a los soñadores. Se convierte en una especie de ‘proyector giratorio’ que se transforma, según las diferentes escenas del libreto, en un hospital, en la casa de Walt, en Marceline o en los famosos estudios de Disney. Todo de una forma onírica, delicada, cinematográfica, con decenas de guiños y dosis de poesía nada ‘romanticona’. Más bien, poesía moderna, tecnológica y sutil.

waltdisney | Foto Javier del Real | Teatro Real.

Dos invitados de excepción se cuelan en escena. El primero de ellos es el presidente Abraham Lincoln en forma de autómata. Su conversación con Walt es uno de los momentos más maravillosos de la ópera. Dirigido por el séquito de dibujantes de Disney consigue ponerse en marcha y hacer toda una declaración de libertad y alabanza mientras proclama el poder de los Estados Unidos.

Sin embargo, Disney no comparte sus creencias y le reprocha que la libertad de los negros haya ido demasiado lejos. El segundo en aparecer es el excéntrico y personal Andy Warhol, otro de los símbolos americanos del siglo XX. Interesado en hacer un retrato de Walt para su serie de superestrellas americanas, proclama su amor por él, a la vez que cuela su colorido: morado intenso, amarillo, verde, rojo…

Dantine y Walt; Josh, un pequeño con el que se encuentra Disney en el hospital que lo idolatra, y Lucy, una niña que llega a su casa y no le conoce. La ópera está llena de puntos de vista y de personajes que lanzan preguntas retóricas al espectador. ¿Cómo tienes tiempo de hacer todos esos dibujos? ¿Cómo se te ocurren todas esas ideas? ¿Qué es lo que haces?

waltdisney Javier del Real : Teatro Real.

“Soy un cuentacuentos. Y haré cualquier cosa para contar mi cuento. Soy como una abeja. Voy de un escritorio a otro, recolectando polen. Animo y motivo a todo el mundo. Es como si los fertilizara”, afirma Walt siguiendo el libreto.

Así, con el acento puesto en Disney, ‘El americano perfecto’ no es más que una reflexión profunda sobre el concepto general del artista, de la idea y del proceso creativo en sí. Habla de los sentimientos del creador, de su miedo a la muerte, y del saber que su obra trascenderá mucho más que él mismo. El artista-creador que juega a ser Dios realmente no es más que un ser humano.

Bajo una música intimista dos pulmones enfermos presiden la escena. Es un momento melódico donde fluyen los recuerdos. Walt Disney tiene cáncer y le van a extirpar el pulmón izquierdo. Le quedan como máximo dos años. Pequeñas caritas de Mickey Mouse se agrupan en forma de tumor en sus pulmones.

Así, poco a poco la muerte gana la partida, aunque jamás, o mejor dicho “nunca jamás” se pronunciará “morir” en Disneyland, “ese lugar donde todos los sueños se hacen realidad”. | Reportaje por Ylenia Álvarez para Coveritmedia

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